Empresas que humanizan la adopción de IAg: claves y aprendizajes

El pasado jueves 24 de abril se realizó una nueva edición del Círculo de Culturas Creativas en la sede de Vitacura de la Universidad Adolfo Ibáñez. Esta vez, la conversación giró en torno a un tema tan desafiante como inevitable: Adopción de Inteligencia Artificial Generativa, y su impacto en la creatividad y productividad.
El encuentro contó con dos invitados clave: Ignacio Orrego, Gerente Corporativo de Cultura y Comunicaciones de Coca-Cola Andina, y Thenison Atenas, IT Global Integration Manager en ME Elecmetal. Ambos compartieron cómo sus organizaciones están integrando la IA desde una mirada estratégica, pero sobre todo, profundamente humana.
Al finalizar, también se realizó un conversatorio que fue moderado por José Luis Opazo, profesor e investigador de la Escuela de Negocios de la UAI, y en el que también participó Francisco Martínez, Gerente de Estrategia Innovación y Cultura de Brinca, generando un diálogo abierto sobre desafíos culturales, decisiones organizacionales y aprendizajes reales.
Destapando el potencial de la IAG: el enfoque de Coca-Cola Andina
Ignacio Orrego comenzó con una premisa poderosa: “Primero atraer, después formar”. Y ese fue exactamente el enfoque que tomaron en Coca-Cola Andina: bajar la IA al día a día, sin miedos ni fricciones. “No le pusimos restricciones al uso, al contrario. Queríamos que la gente se sintiera libre de explorarla. Ya después los íbamos guiando”, explicó.
Esa decisión marcó la diferencia. Mientras muchas empresas aún están paralizadas por la incertidumbre o los protocolos, Coca Cola Andina optó por el camino de la confianza. Y funcionó: la tasa de uso de herramientas de inteligencia artificial generativa en la empresa subió de un 20% a un 45% en pocos meses.
¿Cómo lo lograron? Con una mezcla de sentido común, cultura organizacional activa y una estrategia de comunicación y formación bien pensada. Crearon cápsulas breves para enseñar lo esencial y lanzaron una política corporativa de uso seguro de la IA desde el inicio. Porque, como dice Orrego, “las políticas suelen llegar tarde. Esta vez, no nos podíamos dar ese lujo”.
Un punto clave fue el trabajo con el directorio, quienes fueron los primeros en formarse. Desde ahí, el mensaje se volvió claro: esto va en serio, y viene desde arriba. También promovieron una cultura donde usar IA no solo es válido, sino motivo de orgullo. Contó que muchas personas lo hacían, pero no lo decían. “Nosotros queríamos todo lo contrario: que sintieran que estaban haciendo algo bueno”.
Y finalmente, uno de los mensajes más potentes que dejó Ignacio fue:
“Promover la adopción IAg es un make or break. No basta con tener tecnología. Se necesita un trabajo coordinado desde el inicio entre tecnología, digital, comunicaciones y formación. Y, sobre todo, un ambiente seguro para experimentar sin miedo”.
IA en una empresa centenaria: la transformación cultural de ME Elecmetal
Desde el mundo industrial, Thenison Atenas compartió una experiencia distinta, pero igual de valiosa. ME Elecmetal, proveedor y aliado estratégico de la minería global, es una empresa con más de 100 años de historia, y su desafío fue claro: cómo introducir IA respetando y evolucionando una cultura organizacional profundamente arraigada.
La respuesta estuvo en el orden: primero estrategia, luego procesos, después personas, y recién ahí, tecnología. Bajo ese enfoque, diseñaron una hoja de ruta con cinco etapas que les permitió adoptar la IAg paso a paso, incluyendo la creación de un hub de datos y un asistente conversacional para toda la organización.
Lo más valioso del proceso fue su enfoque humano. Thenison lo dijo con claridad:
“Lo más difícil no es la tecnología. Es mirar a tu equipo a los ojos y decirle: esto no viene a reemplazarte, viene a potenciarte”.
Para lograrlo, lo primero fue escuchar. En ME Elecmetal hicieron un trabajo sistemático para identificar los miedos más frecuentes asociados a la adopción de IAg: temor a cometer errores, a quedar obsoletos, a que se les exigiera más por trabajar más rápido, o incluso miedo a que sus logros fueran desvalorizados por haber usado herramientas inteligentes.
No minimizaron esos temores, los validaron. Y desde ahí construyeron una estrategia para humanizar el proceso: talleres abiertos, cápsulas explicativas, espacios de conversación, y sobre todo, un tono empático. Le hablaron a las personas, no a los cargos. Abrieron la puerta para que todos —desde operarios a líderes— pudieran explorar la IA.
Ese enfoque les permitió algo fundamental: bajar la IA del pedestal y devolverle humanidad. Mostrar que no es una amenaza, sino una herramienta. Que no reemplaza el criterio, sino que lo potencia. Que no se trata de exigir más, sino de liberar tiempo para pensar mejor.
IA y productividad: más que eficiencia, una nueva forma de trabajar
En el panel final, se sumaron Francisco Martínez (Brinca) y José Luis Opazo (UAI) para profundizar en los desafíos que enfrentan las organizaciones al integrar inteligencia artificial generativa en sus operaciones y culturas. Surgió una idea que resonó con fuerza: la IA no solo mejora procesos, cambia el cómo entendemos el trabajo.
Francisco lo explicó así:
“Un equipo que se vuelve 30% más productivo no es solo un equipo más rápido. Es una organización que tiene que rediseñar su forma de operar, de planificar, de crecer. La pregunta ya no es cuántas personas necesito, sino cómo aprovecho mejor el talento que tengo”.
Además, surgió una reflexión sobre el futuro cercano: los organigramas ya no estarán compuestos solo por personas, sino también por agentes virtuales que colaboran en tareas, procesos y decisiones. Adaptarse a eso no es una opción, es una urgencia estratégica.
Este nuevo Círculo de Culturas Creativas dejó una certeza: la adopción de inteligencia artificial va mucho más allá de invertir en tecnología, es una conversación y cambio cultural. Las empresas que se atrevan a abrir esa conversación con claridad, confianza y propósito, estarán mejor preparadas para el futuro.
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